viernes, 22 de octubre de 2010

El ladrón de flores, de comida para perro y mal comediante

No hace mucho tiempo conocí a un tipo, el cual, trabajaba en un video de películas piratas. Este era un joven de al menos 23 años y tenía la costumbre de que al salir de trabajar pasaba por una floristería, una veterinaria y terminaba en un club de comediantes amateur. Ese era su modus operandi desde que abrieron el videoclub, en ese tiempo yo vivía al lado izquierdo del lugar de alquiler de filmes.

A menudo acudía a la búsqueda de una película en específico, la cual es bastante difícil de conseguir en este país; “Las cinco advertencias de Satanás” este film era de finales de los años 30 y principios de los cuarenta, basada en un drama escrito por el español Enrique Jardiel Poncela, constantemente pasaba a preguntarle; sin embargo, siempre recibía una negativa departe del joven. Hasta que un día deje de preguntar por esta película y concurrieron más de 6 meses en los cuales me abstuve de visitar el local. Me dediqué durante ese lapso a observar los hábitos del joven y porque acostumbraba pasar por estos tres lugares tan fuera de lo común, desde luego, claro está, el trabajar en un videoclub era algo un tanto raro.

Esa fue mi tarea, la cual semejaba prácticamente a un Holmes persiguiendo a un Moriarti, o viceversa, una casería del gato y el ratón, etc., cuanto más lo veía más me intrigaban sus costumbres, recuerdo que procuraba ocultarme tras bordes de pared, protegiendo mi identidad con una gabardina negra y una bufanda, la cual tapaba mi rostro; esto con el fin de evitar el ser reconocido por el misterioso joven. Primeramente, me llamaba la atención que siempre observaba las mismas flores, en su parada inicial, y si mi memoria no falla, y lo doy por un hecho, eran unos tulipanes. En segundo lugar cuando llegaba a la veterinaria siempre tenía la mirada postrada en un perro siberiano, al mismo tiempo que veía una bolsa de alimento para perro bastante costosa. Al terminar estas particulares actividades caminaba hasta el club de amateurs. Y no fue hasta el cuarto mes de asedio, que decidí entrar al lugar, con el fin de llenar mi curiosidad; al ver su rutina, actuación y manera de interactuar con el público, estas me resultaron bastante malas y hasta cierto punto forzadas, lo irónico de la situación es que causaba risa a sus espectadores.

A pesar de esto continuaba asistiendo al club; intrigado con las costumbres de tan enigmático personaje. Y así pasaron seis meses, pero al final del último mes me extrañé mucho con respecto a que el joven no había llegado a abrir el local. Me sorprendió de sobremanera, pues solía ser muy puntual. Seguidamente salí de casa para saber el motivo y si por casualidad había algún cartel pegado en la puerta explicando la razón del porque no estaba abierto. Indagué durante horas sin obtener una respuesta, no fue hasta que entré en la floristería y vi que no había flores, simplemente tulipanes, además de eso la caja registradora estaba vacía; seguí al siguiente local, la veterinaria, para darme cuenta que había robado en esta el alimento más caro, el dinero y el perro siberiano.

Al continuar mi camino hasta el club noté que estaba a reventar, me impresioné de sobremanera ante tal cantidad de personas en el lugar. Por lo tanto, pregunte:

¿Qué pasó? ¿Por qué hay tanta gente?

A lo que me respondió uno de los asistentes:

¡No se dio cuenta! El tipo de las rutinas malas escapó con un botín de dinero enorme y dejó una nota en el club la policía está en el lugar buscando pistas.

Me quedé anonadado cuando obtuve tal respuesta, a los pocos días me llegó una carta a mi domicilio, con mi nombre y unas fotos, las cuales eran de mi persona escondido en función de espía secreto, al final había una nota que decía:

“La razón por la cual robé flores es porque nadie las roba; pero, sí ocupaba el dinero que había en la floristería y la veterinaria para comprarme un violín, el perro y el alimento era porque necesitaba un animal fiel que me acompañara, me escuchara y se alegrara al verme. En cuanto al club se bien que mi rutina no le gustó…pero no se percató en ningún momento que era una imitación suya siguiéndome y escondiéndose; por cierto la película, por la que tantas veces pasó a preguntarme, le va a llegar en unas dos semanas, después de tanto seguirme y importunarme con esa misma. Lo menos que podía hacer era usar parte del dinero del club para comprársela.

Un saludo desde Liliputh

Augusto